En cada territorio invadido por Alemania, las SS Ahnenerbe buscaban información sobre lo oculto y paranormal, creyendo que controlar el ámbito espiritual les daría ventaja en la guerra. Sus hallazgos incluyeron la Lanza de Longinus, runas nórdicas y antiguos escritos paganos. Reunieron estas reliquias con la idea de crear “super-soldaten” usando magia y esoterismo.
Una expedición dirigida por el mayor Stein llegó a Nepal en 1940, con el joven aprendiz Dr. Scar y el soldado Hans. Allí, encontraron los Manuscritos de la Esencia Muerta, fragmentos del legendario Necronomicón. Aunque incompletos, los escritos describían un portal que, si se activaba con suficiente energía, desataría una destrucción inconmensurable. Sin comprender plenamente el poder que invocaban, algunos oficiales nazis vieron en ello una oportunidad militar y ordenaron a Stein construir el portal, confiando en que les otorgaría un arma definitiva.
La “Operación Ragnarok” combinó años de investigación esotérica con el propósito de usar esa energía para armamento avanzado. Pero al abrir el portal, emergió algo mucho más siniestro: un antiguo ser cósmico conocido como “El Arquitecto de las Dimensiones Desgarradas”, indestructible y alimentado por el caos, el odio y la destrucción. Este ser tomó a Stein, transformándolo y otorgándole un nuevo propósito: liberar al ente atrapado en el vacío. Aunque la operación inicial fue interrumpida por bombardeos aliados, Stein no se rindió.
Tras la guerra, Stein y sus seguidores se entregaron a los Aliados en la Operación Paperclip, ofreciendo conocimientos científicos valiosos. En esta nueva alianza, continuaron sus experimentos en secreto, destacando por sus avances mientras la Guerra Fría se desarrollaba. En los años 80, con nuevos recursos y tecnología, reiniciaron el proyecto del portal.
Finalmente, en los años 90, lograron abrir el portal con el apoyo de Estados Unidos. El antiguo ser volvió a nuestro mundo, y el caos se desató sin freno. Stein, consumido por el poder oscuro, dominó su dimensión original y se expandió hacia otros universos. El proyecto “Moderno Prometeo” trajo la creación de soldados implacables, criaturas infundidas con energías malignas que devastaron todo a su paso.
El antiguo ser y su ejército comenzaron a invadir múltiples realidades, convirtiéndose en una plaga que alteraba la historia, a veces asegurando la victoria del Tercer Reich y otras pereciendo ante fuerzas aún mayores. Así, el caos se extendió sin fin, un parásito multiversal alimentado por la destrucción que provocaba.